sábado, 16 de julio de 2011

Límites

Continuado mi búsqueda del tesoro, me he tropezado con las limitaciones. 
Sí, salí en busca de una verja y después de observar a mi alrededor, de ver como las verjas desfilan a lo largo de los espacios limitándolos, definiéndolos, enmarcándolos... empecé a pensar en los límites y limitaciones del ser humano. 
De pequeños, carecemos de límites, somos seres omnipotentes que se sienten capaces del todo. Poco a poco, buscamos los límites en los otros, midiendo nuestra fuerza con la de los adultos y demás niños. Vamos definiéndonos como personas, adquirendo limites mentales que ayudan a nuestra transformación en adultos. Sin esos límites, nuestro pensamiento sería incapaz de discernir la realidad. 
Pero, a medida que crecemos, nuestros límites, que tanto nos han ayudado cuando eramos niños, se transforman a veces, en limitaciones. 
Es nuestra mente, la que nos engaña, nos compara con los otros, al igual que hacia cuando eramos pequeños y nos dice: no, no puedes hacer esto. A veces nos inculca ideas absurdas: no seas ridícula. Otras, intentando ser más benevolente, afirma: ni lo sueñes. 
Así, poco a poco, nos limita y nos encierra en nuestros propios límites. Pero, toda verja que limita un espacio, tiene una fisura, una puerta, una vía por donde poder entrar y salir. 
Si somos capaces de encontrar la fisura de la verja mental que impone nuestras limitaciones, descubriremos que podemos soñar y como soñadores, seremos capaces de romper nuestras limitaciones y ampliar nuestros propios límites.


martes, 12 de julio de 2011

Puentes que comunican

Durante este mes en LVM se realiza una búsqueda del tesoro. Tienes que salir por tu ciudad en busca de diferentes tesoros, propuestos por Jackie. Así que estoy de un entretenido disfrutando como una enana.

Por un lado, salgo en busca de tesoros y descubro, como poco a poco, mi ojo se vuelve más intuitivo, y como detrás de cada imagen sin que nosotros lo queramos hay toda una historia que narrar.
Ayer, fue un día de éxito, salí en busca del puente. Recordaba Venecia y sus puentes, París con su fantástico Pont Neuf, Londres con el puente de la torre de Londres, Florencia con el Ponte Vecchio,  Praga con el inigualable Puente de Carlos... y me preguntaba: ¿si en Barcelona no tenemos rio o canal, donde voy a encontrar un puente? 

Si, tenemos uno fantástico en el Moll de la fusta, que nos comunica con la alta mar, pero, seguía pensando...: ¿donde hay puentes?

Entonces, se me iluminó la mente. Los puentes no son otra cosa que enlaces, comunican de una vía a otra, incluso, hay algunos que de una ciudad a otra.

Y supe, que encontraría un puente que me llevase de un lugar a otro, simplemente tenia que salir a la calle. 
Recordé la simbología del puente, como el elemento que vincula dos extremos. El puente es el que nos permite avanzar por los diferentes niveles de conciencia. A veces en los sueños, aparece como un obstáculo que debemos superar para alcanzar la otra orilla. 
Fue curioso, como obcecada en los puentes de otras ciudades, no era capaz de ver que delante mío había uno que me tendía su mano para cruzar al otro lado. He pasado miles de veces, subida en un autobús o en coche, por ese puente, pero muy pocas lo he atravesado.

Me sorprendió como, al cambiar mi punto de vista, al cruzar un puente en mi consciencia, abrí la puerta y liberé el propio puente dicho.
Os dejo un pequeño resultado de mi tesoro numero 1: el puente.

jueves, 7 de julio de 2011

Las ventanas del alma

Desde siempre he oído que los ojos son las ventanas del alma. Y desde siempre me he preguntado como podían serlo.No sabía donde mirar. Porque el alma, según tengo entendido no puede verse. Así, que parte de mi infancia la pasé buscando el alma de la gente. 
Yo miraba a sus ojos y observaba como se modificaban al hablar, al expresarse. Cuando estaban contentos, los ojos también sonreían. Solían achinarse, alargándose horizontalmente y creando unas rallitas de expresión. 
En cambio, cuando estaban tristes, sus ojos a veces, se cerraban y al cabo de unos segundos, se humedecían y dejaban asomar unas pequeñas gotas de agua, las lágrimas.
Fue entonces cuando lo entendí. Entendí que al igual que a través de los cristales de una ventana, podemos observar el exterior, nuestros ojos por un lado, nos acercan a ese exterior, nos lo muestran y nos lo enseñan, pero, también, al igual que a través de las ventanas podemos ver el interior de los hogares, acercan a los demás a nuestro propio interior. 
Los ojos no engañan. Los ojos miran pero también son vistos. Los ojos achinados sonríen. Los ojos con lagrimas lloran. Los ojos penetrantes cuestionan. Hay ojos castaños, verdes, azules, violáceos, miel, marrones, negros, esmeralda, ...., ojos grandes, pequeños, medianos, almendrados, redondos, alargados, ...., ojos miopes, hipermetropes, con cataratas, con astigmatismo, ...., ojos y ojos.
Y es que, los ojos igual que las ventanas, tienen sus cortinas, las pestañas. Si cerramos los ojos, echamos las persianas. Si los abrimos como platos, entra el aire a vendavales y algún que otro cuerpo extraño. No es coincidencia, es semejanza. Los ojos y las ventanas muestran y dejan ver. 
Si nos asomamos a la ventana, veremos que pasa fuera. Si nuestra alma, se asoma por nuestros ojos, veremos un mundo diverso al que conocemos. Y es que va a ser verdad. Si miramos a través de la ventana del vecino, veremos la decoración de su casa, que hace en su tiempo libre, cuales son sus hábitos, sus costumbres.... Y si miramos a través de los ojos de nuestros amigos, familiares, conocidos y desconocidos, no veremos otra cosa, que sus propias almas. 
Así, que cada vez que viajo, me gusta mirar. No solo los ojos de las gentes, sino también las ventanas de los edificios. Porque ojos y ventanas, me acercan a mi propia alma.